A 3 de junio de 2018
Las cookies, como ya sabes, son galletas (por eso hoy tenemos helado de cookies, o chocolate cookies, con tanto préstamo del inglés).
Pero también son unos pequeños archivos de texto que, cuando visitas una página web, ésta transfiere a tu ordenador.
(No me preguntes por qué las llaman galletas…)
Estos archivos acumulan información que la web utiliza para mejorar la experiencia de navegación (gracias a ellos se “acuerda” de que no tiene que pedirte la contraseña cien veces; o, si estás comprando en una tienda en línea, no te pierde los productos que acumulas en el carrito, y cosas así). Por eso son tan comunes allá donde vayas: porque facilitan la vida digital una barbaridad.
Hay muchos tipos de cookies; algunas desaparecen cuando cierras el navegador, pero otras tienen fecha de caducidad más avanzada, y tienes que eliminarlas tú si quieres deshacerte de ellas.
En esta web empleo las cookies que mi servidor considera estrictamente necesarias para permitir que navegues sin problemas.
Además, esta web está enganchada a Google Analytics, una herramienta que me permite saber (cuando me acuerdo de mirarla, ahem) cuántas visitas ha tenido la web, qué partes de la web han visitado, áreas geográficas de las que vienen, y cosas así. Suelen recoger datos “personales”, como tu dirección IP, hora y fecha de conexión, por dónde has entrado, qué páginas has visitado y en qué orden, por dónde has salido, o las características de tu navegador y/o dispositivo desde el que accedes a la web. Parece mentira, la de cosas que saben de nosotros…!
Me consta que este servicio también deja caer galletas en tu ordenador, y que podría emplearlas para las típicas cosas que hace Google: enseñarte anuncios según tus intereses, y eso. Pero no va a ponerse en plan hacker a averiguar tu nombre, dirección y color preferido. Lo que sí pueden hacer es emplear estos datos (siempre de acuerdo con las leyes vigentes en la materia) para afrontar cosas como:
Si nos abstenemos de estas cosas, entonces todo bien. La NSA & cía nos dejarán en paz (… espero, vamos).
La mayoría de navegadores reciben cookies con los brazos abiertos, pero si quieres educar al tuyo para que no acepte galletas de sitios web extraños, puedes encontrar instrucciones sobre cómo hacerlo aquí:
(No me hago responsable de si tu experiencia de navegación empeora, eso sí.)
Se sobreentiende que si curioseas en esta página web, es porque has dado tu consentimiento explícito a la política que acabo de describirte, y que te parece bien todo lo detallado en los puntos anteriores.
Todo este chiringuito con ánimo-de-lucro-sostenible (pero que de momento ni se lucra mucho, ni se sostiene mucho) está montado por mí, que soy la Responsable del Tratamiento de tus Datos Personales: Aina S(erra) Erice.
Puedes contactarme vía correo electrónico (aina EN ainaserice PUNTO com) o, si te va más el viejo estilo, vía carta a: C/ Margaritas 95, 07193 Palmanyola (Bunyola), Baleares, ESPAÑA.
Si te apuntas a la tribu vegetófila dándote de alta a través de uno de los formularios de esta web, ahí sí que me estás proporcionando como mínimo una dirección de correo electrónico (y como máximo, también tu nombre).
Lo haces a través de un proveedor llamado MailChimp, que es el que me permite enviarte boletines mensuales y avisos ocasionales de temática vegetófila.
La sede de Mailchimp está en EEUU, pero tiene tantos clientes en Europa, que ha tenido que adecuarse a las normas y reglas de privacidad europeas, y nos garantizan a ti y a mí que nuestros datos están a buen recaudo.
En cualquier momento tienes pleno derecho a consultar, cambiar, o borrar cualquiera de tus datos. Puedes hacerlo a través de un enlace que se incluye automáticamente en todos mis emails.
Darse de baja de la tribu es fácil e indoloro: en todos los correos electrónicos que te mando encontrarás un enlace al final para desapuntarte, que no está escondido ni nada.
También puedes pedírmelo por correo electrónico (o por carta, si lo prefieres…): ningún problema.
Mailchimp es muy observador: sabe cosas como, por ejemplo, desde dónde te has apuntado a la tribu, qué emails has abierto, y dónde has hecho click. Todos estos datos los veo yo (y, en general, de forma agregada; no voy mirando uno por uno a ver qué habéis hecho, poh favoh, qué trabajazo).
Y los empleo para desempeñar mejor mi promesa cuando te apuntaste a la tribu: que te proporcionaría historias (artículos, libros, talleres, charlas, conferencias, actividades…) vegetófilas de tu interés, una promesa que me tomo muy en serio.
Tampoco enseño, comparto y mucho menos vendo ninguno de los datos que me confías.
Y creo que no me dejo nada importante.
Si tienes cualquier pregunta al respecto, escríbeme a AINA arroba AINASERICE punto COM.
Y como admiro a las personas que se leen las políticas de privacidad de las páginas, aquí tienes un pequeño regalo...
Estas sí son galletas de verdad ;)