Los jardines flotantes son buenos para pensar

El resumen: las chinampas no flotan, y parece que tampoco flotaban en el pasado (cap. 16, pág. 71).

 

Tenía que ser un artículo fácil. “Jardines flotantes, ayer & hoy”.

La idea surgió tras leer acerca del invento del spin-off de Stefano Mancuso & cía: la jellyfish barge, o barcaza medusa (... serán unos genios de la ciencia, pero del marketing... personalmente lo de “medusa” no me entusiasma).

Una de las atracciones en la EXPO Milano 2015 (que no llegué a ver, sniff), se trata de una estructura autónoma flotante para el cultivo de vegetales, “capaz de producir agua dulce gracias a la destilación solar”.

Un verdadero ecosistema agrícola nómada, el módulo está construido con materiales reciclados, y usa tecnologías de bajo coste. ¿Su propósito? Permitir la producción de alimentos saludables al vaivén de las olas, reclamando la superficie de las aguas marinas, de lagos o ríos actualmente contaminados, o de cualquier otra masa de agua que queramos convertir en productiva.

Acumulando premios por la iniciativa, y con dos prototipos ‘vistables’ y visitables, este interesantísimo concepto de huerto flotante ecológico me hizo pensar de inmediato en otros huertos flotantes de los que había leído años atrás: las chinampas, también conocidas como “los jardines flotantes aztecas”.

A ellas había hecho mención incluso en el libro, repitiendo lo que había leído yo al respecto:

“Estas islas artificiales, ancladas con estacas y árboles plantados a la orilla de lagos y pantanos, se realizaban a base de cañas sobre las que se depositaba sedimento pantanoso, y así se creaba un suelo en el que cultivar tranquilamente. (…) Los cultivos en el lago Texcoco habrían producido suficiente comida como para alimentar a la ciudad de Tenochtitlán entera, en la que vivía medio millón de personas.” (p. 71)

La información estaba sacada de un libro muy respetable, People, Plants, and Genes (Murphy, 2007), de cuya lectura había disfrutado y que fue la primera que empezó a hacer que me cuestionase el valor real de la cultura neolítica vs. la cultura de caza-recolección.

Me había quedado con las ganas de meterme un poco más en profundidad con esto de las chinampas, y con la inspiración de la barca-medusa de Mancuso, pensé: esta es la mía, chinampas... ahora es el momento de desvelar que el invento del huerto flotante tiene antecedentes interesantes en Mesoamérica.

El plan era bastante sencillo:

  1. Rebuscar entre las fuentes que ya tengo, y releerme toda referencia chinampera que encontrase;
  2. (en caso de que el paso 1 no me dejase satisfecha,) Buscar más artículos para aclarar los puntos interrogativos que hayan quedado;
  3. Redactar un apasionante artículo sobre aztecas, jardines flotantes, agricultura sostenible, e ingenio humano.

Coser y cantar.

El problema viene cuando, tras peinar tus fuentes sin que la cosa te deje satisfecha del todo, buscas más artículos que expliquen bien cómo funcionaba la cosa, y en qué pruebas arqueológicas, documentales, agrícolas se basan… y te das cuenta de que la historia es distinta a como pensabas.

¿La analogía de la que estabas tan segura? No existe.

O, mejor dicho: es altamente probable que no exista. Que no haya existido nunca.

En resumen, que las chinampas no flotan.

Mi gozo en un pozo. Algo había leído sobre chinampas en la actualidad, que se definían como “raised beds” (obsérvese: “elevados”, no “flotantes”...) en los márgenes de ríos o lagos; ya sabía yo que estos huertos actuales no se movían de su sitio, pero las referencias al glorioso pasado agrícola azteca dibujaban un panorama admirable, hecho de proto-medusa-barcas mancusianas que los indígenas podían remolcar de un lado para otro como les viniese en gana.

Descubrir que tal panorama es, muy probablemente, una ilusión debería haberme destrozado el artículo. Al fin y al cabo, si no hay jardines flotantes precolombinos de los que hablar, no hay artículo, ¿no?

Sin embargo, en aquel momento me doy cuenta de que este descalabre en mi hipótesis inicial implica otras preguntas, tan interesantes como la idea de partida—si no más—... pero ya no es una pregunta dirigida a las técnicas agrícolas mexica.

El interrogante que uno se plantea es:

¿por qué se ha perpetuado la idea de que existieron jardines flotantes en tiempos aztecas y más allá?

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La fuente en cuestión: Murphy, D. J. 2007. People, Plants and Genes. The Story of Crops and Humanity. Oxford University Press.

 

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