A principios de 2017 empecé un experimento en público, a través de las redes sociales (Facebook, por aquel entonces): ¿y si escogemos una obra de arte cada semana en la que figuren elementos vegetales, y la comentamos?
Así se iniciaron mis paseos transitando la fecunda intersección entre arte y botánica, inicialmente reunidos bajo la etiqueta de “lunes artivegetófilos” por los que pasaron, a lo largo de los años, cientos de obras de arte, y casi doscientas plantas.
Desde septiembre de 2020 varié la plataforma a través de la que comparto estos comentarios, así como la regularidad: una vez al mes en abierto, a través de Patreon. En los últimos meses han desfilado azaleas (Rhododendron sp.), dedaleras (Digitalis sp.) o frambuesas (Rubus idaeus), pero también comentarios sobre pigmentos vegetales en grabados japoneses modernos, o rarezas sobre el color del veneno.
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Después de tantos años ahondando en este tema, me decidí a elaborar un artículo más largo para la revista editada por la SebiCop, Conservación Vegetal, sobre la intersección entre arte y fenología.
Dadas las limitaciones de reproducción de imágenes en el mundo del arte, aprovecho para incluir a continuación referencias extra, recursos y enlaces que espero enriquezcan la experiencia de (post)lectura de dicho artículo :D
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Qué felicidad saberlo, oye.
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Bodegón con quesos, alcachofas y cerezas (Clara Peeters, aprox. 1625); del LACMA.